El Palacio Real de Riofrío se encuentra a unos 9 km. de Segovia. Es el gran desconocido de los Palacios Reales. Su historia es triste; inacabado, olvidado siempre en beneficio de sus hermanos mayores, posee un encanto, sobriedad y belleza que los otros, con todo su boato, no tienen.
Lo encontramos aislado en lo alto de un cerro, en medio de un bosque de encinas que fue coto privado de caza de Felipe V, aún lo es. Este es uno de sus grandes atractivos ya que hasta llegar al parking veremos, casi seguro, algunos de los ciervos y gamos que viven en este espacio protegido; también podemos hacer este trayecto de unos tres kilómetros andando o en bici, recordando siempre que no debemos pararnos ni dar de comer a estos animales.

El Palacio desde lejos
Una vez arriba, encontramos la edificación, de estilo neoclásico, que encargó Isabel de Farnesio tras la muerte de Felipe V. No quería vivir en el Palacio de la Granja, “la tarta helada”(como la llamaba por los fríos inviernos), pero estar alejada de la Corte era un sacrificio para ella y decidió construirse un palacio a la altura de los otros, con jardines y fuentes, casas de oficios y caballerizas, un convento franciscano e incluso un teatro, pues su idea era hacer una pequeña ciudad-corte para que, tras su fallecimiento, el Real Sitio pasase a las manos de su hijo menor, el infante don Luis. De todo esto, sólo se construyó el Palacio y el ala que siempre ha servido como Casa de Oficios, porque tanto el rey Fernando VI, como su esposa, fallecieron antes de que Riofrío estuviera terminado, así que Isabel de Farnesio se olvidó de todo y se fue a Madrid a recibir a su hijo Carlos III y no volvió a preocuparse del proyecto, en el que habían llegado a trabajar más de 800 personas.

Entrada principal al Palacio

Soportales
La integración del Palacio y el bosque es fantástica y los siguientes gobernantes lo utilizaron como pabellón de caza. Sólo dos reyes pasaron algunos periodos allí, no demasiado largos: Francisco de Asís, en los últimos años de reinados de Isabel II, alternados con jornadas en la Granja, y Alfonso XII, que pasó el luto por la muerte de su mujer, María de las Mercedes; lo que siempre ha dado un halo romántico a este lugar.

Gamos junto al merendero

Lateral
Fue en esta época cuando se decoraron las estancias que ahora son visitables, de hecho todas las estancias han sido reestructuradas con gran acierto y Patrimonio Nacional continuará poniendo en valor este palacio olvidado desde siempre. En realidad se utilizó como guardamuebles y se colgaron en sus paredes muchos cuadros que con el tiempo fueron desapareciendo con destino a otros palacios.
Pero aún le quedan joyas a este superviviente, la más emblemática su maravillosa escalera imperial doble única en todo el país de esa época, pero también otras. Como la Capilla ovalada, un precioso retablo que terminó en el trascoro de la Catedral de Segovia, donde se pueden admirar sus finas líneas y ricos mármoles, y en el que trabajaron su autor Hubert Dumandre y Ventura Rodríguez, que se encargó de adaptarlo en la Catedral.

Patio del palacio

Escalera Imperial doble
El patio de planta cuadrada, realizado en granito, así como el palacio, es muy sobrio y hermoso. La decoración de los salones es de la época en que se habilitaron como estancias para Alfonso XII y Francisco de Asís, destacando el salón de billar, el comedor y muy especialmente el dormitorio del primero. Se conserva perfectamente el curioso sistema de llamadores y su cableado.

Comedor

Dormitorio de Alfonso XII
En los años sesenta del siglo pasado se destinó una parte de la planta principal a instalar el Museo de Caza, a instancias del Marqués de Lozoya. Se trata de una serie didáctica de dioramas en los que se pueden ver las representaciones con un enorme realismo de diferentes animales en su hábitat natural.

Diorama de los corzos

Diorama de los zorros