El Barrio de San Lorenzo

Recuerda mucho a un pueblito que no ha perdido su esencia, eso es lo que distingue a este barrio: que conserva el recuerdo de su origen aldeano con orgullo y lo transmite a la perfección en su entorno y en sus fiestas. Además es uno de los más inquietos de Segovia a nivel cultural con citas anuales como “las Noches del Atrio”, la matanza, las Águedas, etc.

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Plaza de San Lorenzo en fiestas

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Las Noches del atrio.


Antiguo arrabal que nació en torno al río Eresma, siempre ha estado unido a los hortelanos que trabajaban en sus orillas y a los molinos (de harinas, papel o batanes) que aprovechaban la fuerza de las aguas. De todo eso queda un patrimonio industrial bastante interesante, aunque no se conserve en su estado ideal, y una senda que nos enseña los restos de los molinos. Discurre pegadita al cauce del Eresma y nos lleva hasta “La Alameda”, otro de los lugares privilegiados de este barrio para el disfrute de todos los que se acercan hasta allí.

 

Son muchos los lugares singulares que merecen visita y varias las rutas posibles, pero vamos a comenzar el paseo desde la Plaza Oriental, a los pies del Acueducto; más concretamente desde las escaleras que bajan a la calle Gascos (donde paran los autobuses que llevan a la estación del AVE). Esta calle aún conserva ese regusto de lo que fue antaño, lugar de parada y fonda para los que llegaban a Segovia para comerciar, que no eran pocos. A medida que bajamos por ella nos vamos quitando esa sensación de estar en una ciudad, las casas van perdiendo altura y cogiendo más “solera”.  Mientras avanzamos se va abriendo el campo visual que nos muestra zonas arboladas entre el caserío, ya convertido en la calle de Antonio Coronel, para desembocar en una de las plazas más hermosas de Segovia. Conviene pararse un buen rato para saborear bien este lugar, dar la vuelta por detrás de la iglesia de San Lorenzo (una de esas románicas segovianas que te llevan de viaje a otra época). Entrar en su atrio y apreciar sus capiteles y arcos con el trasfondo de las casas intemporales es una experiencia única.

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Plaza del Barrio

Atrio desde el interior

Atrio desde el interior

Continuamos nuestro paseo por la calle San Vicente el Real. Es la que sale a la derecha del bar “Casa Paco”, toda una institución del barrio; seguimos y nos encontramos con el famoso pilón de San Lorenzo, donde antaño caían sí o sí los mozos, mozas y visitantes despistados durante las fiestas.

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El “Pilón” de San Lorenzo

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Vista desde el puente del molino Cabilia

Aquí se presenta la tentación de girar a la izquierda para bajar al valle del Eresma por la calle de los molinos, girar a la derecha y continuar río arriba durante un rato disfrutando del paisaje y del inicio de “La Senda de los Molinos” o, nuestra opción, avanzar calle adelante. Llegamos al “Puente de San Lorenzo”, otro de los iconos del barrio por el que conviene asomarse a ambos lados para ver el azud de varios molinos o mirar pasar el río entre los restos de una de estas construcciones. Caminamos por la misma calle, que empieza a descender y se estrecha bastante a la altura de otro puente, esta vez sobre el “Cigüeñuela”. En este punto nos da la sensación de haber salido del barrio y estar en un pueblito por la tranquilidad y apariencia de nuestro entorno. Tomamos el muro de la izquierda del puente como referencia y lo seguimos, pertenece a la “Huerta de San Lorenzo” y nos lleva justo enfrente del Convento de San Vicente el Real, es aconsejable hacer una paradita aquí para echarle un buen vistazo antes de continuar calle abajo hasta llegar a un amplio espacio donde nos encontramos a la ribera del río Eresma, el edificio de la antigua fábrica de Borra, hoy reconvertido en escuela-taller del Ayuntamiento. A su lado tenemos un taller artesano de vidrio y a la vuelta del edificio varios talleres más de artesanos de la piedra, un telar, y otro de restauración de obras de arte, a los que encantará tu visita.

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Real Monasterio de San Vicente

Antigua fábrica de Borra. Chimenea

Recomendamos acercarnos hasta el Monasterio del Parral y la Casa de la Moneda a través de la alameda que sigue el río. Paraíso terrenal se le llama a este lugar desde antiguo, por ser un disfrute para los sentidos en cualquier época del año.

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“Paraíso Terrenal”

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Entrada del Monasterio del Parral.

Desandamos el camino, si hemos seguido “La Alameda” hasta los talleres artesanos, y cogemos el puente de madera para atravesar el río y coger la calle de Los Molinos hacia arriba o bien dejarla para más adelante y seguir el camino pegaditos al río por la “Senda de los Molinos”. En cualquier caso seguiremos subiendo hasta encontrarnos otra vez junto al pilón. Girando a la derecha llegamos de nuevo a la espectacular plaza del barrio. Podemos volver al Acueducto por el mismo lugar que vinimos o seguir una de las calles de subida a la avenida Vía Roma que, si bien es más ruidosa, nos ofrecerá unas maravillosas vistas del Acueducto a medida que nos vamos acercando a él.