Longitud: 6 km aprox.
Dificultad: Baja
Recorrido: circular
Tiempo: 2 horas aprox.
Para este recorrido se aconseja un calzado cómodo e informarse sobre la meteorología porque al ser un recorrido rodeado de naturaleza no hay muchos sitios para resguardarse.
Comenzamos el paseo en la Plaza del Azoguejo, junto al Acueducto. Desde aquí vemos el paño de la muralla que alberga el Postigo del Consuelo y comenzamos a hacernos una idea de lo difícil que sería en el pasado atacar esta ciudad si quisiéramos entrar en ella por la fuerza, en este itinerario podemos jugar a ser estrategas para entender la dificultad de esta empresa. Continuamos por la calle Cervantes (más conocida como Calle Real), hasta llegar al Mirador de la Canaleja que nos ofrece unas estupendas vistas de la Sierra y del barrio de San Millán, antigua morería. En este punto se encontraba la Puerta de San Martín que desapareció en el siglo XIX junto a la de San Juan, estaba fuertemente protegida por la casa de los Picos.
Podemos observar que forma parte de la muralla al igual otras casas que, como veremos a medida que avanzamos, han integrado ésta entre sus muros. Esta práctica comenzó a permitirse cuando este monumento perdió su utilidad defensiva, ya que ayudaba a su mantenimiento.
Bajamos por las escaleras de la Canaleja y giramos a la derecha por la calle Arturo Merino y ya en la calle San Millán aparece a nuestra vista la parte más deteriorada de los paños y cubos, donde es fácil apreciar su construcción apoyada directamente sobre la roca, y el sillarejo y mampuesto usado en est
e punto para su construcción, decorada con unos pequeños arcos de ladrillo.
Continuamos, ya siguiendo al pie de los muros, y subimos las escaleras hasta alcanzar el Paseo del Salón, donde podemos descansar de la subida mientras contemplamos el Postigo de la Luna, también conocido como de San Martín o del Rastro, porque en todo este parque tenía lugar el comercio de los despojos de los corderos que se mataban en la judería. Un poco más adelante encontramos el Postigo del Sol, de los Coroneles, de los judíos o del Corpus Christi, por estar adosado a la iglesia con este nombre, antigua sinagoga cuya estructura podemos apreciar desde este punto. Nos encontramos en plena judería que, como apreciamos al continuar nuestro camino, no sólo se encontraba intramuros sino que se extendía por esta zona dada su amplitud.
En este tramo distinguimos perfectamente el estilo mudéjar la muralla en sus cubos, decorados con arcos ciegos de ladrillo; también se aprecian restos de matacanes, grandes sillares de granito (algunos de ellos pudieron pertenecer al Acueducto) y lápidas con inscripciones romanas, pues cuando se repobló la ciudad en tiempos de Raimundo de Borgoña se utilizó todo tipo de material y formas de construcción, aunque en la muralla predomina el sillar de piedra en su base completándose con mampuesto o ladrillo, según los tramos, e incluso tapial.
Hemos llegado a la impresionante Puerta de San Andrés, la más monumental, llamada también Arco del Socorro por la virgen que se hospeda en un camarín en su parte interior. Al atravesarla encontramos el Punto de Información Turística de la Muralla donde podemos comprar los tickets para visitar esta puerta por dentro y acceder al adarve. Merece la pena pagar el euro que nos cuesta y disfrutar de las panorámicas de la judería y de la ciudad, especialmente si lo hacemos coincidiendo con la puesta de sol.
Terminada la visita volvemos a salir por la puerta y giramos a la derecha, sin perder la parte exterior de la muralla, descendemos las escaleras hasta encontrar un caminito un poco escabroso al principio que nos lleva al pie del Museo Provincial de Segovia, que era el antiguo matadero judío; todos los desperdicios iban desde aquí al río que hoy corre soterrado a nuestros pies: el Clamores. Vamos a continuar recorriendo este valle siguiendo el sendero que nos lleva a una escalera por la que accedemos a las verjas del Alcázar donde termina y empieza la muralla.
Cuando salimos de los jardines del Alcázar tomamos la calle de la izquierda (Pozo de las Nieves) y descendiendo de nuevo con el valle del Eresma en la mirada, llegamos al Jardín de los Poetas, un buen lugar para hacer un descanso (si no lo hemos hecho en el Alcázar) y visitar la Puerta de Santiago que alberga en su interior la magnífica colección de Títeres de Francisco Peralta.
Para continuar, atravesamos esta puerta. Es como si hiciéramos un viaje del estilo barroco y renacentista del interior, al más puro estilo mudéjar de su exterior, con el arco de herradura.
Esta es la dirección que toman los peregrinos del Camino de Santiago que pasan por Segovia. Dejamos atrás la “pobrera”, pues también sirvió esta puerta como albergue para pobres, y cogemos unas escaleras que salen a nuestra derecha y nos conducen a una carretera que debemos cruzar con precaución para continuar nuestro paseo por la acera, que corre paralela a dicha carretera y a la muralla, entre vegetación, lo que hace muy agradable el caminar.
A la altura del monasterio de la Santa Cruz la Real vemos unas escaleras al otro lado de la carretera que llevan a la Puerta de San Cebrián convertida hoy en un paredón con un arco de medio punto. Subir es opcional, si no lo hacemos continuaremos el itinerario siguiendo los paños de la muralla y sus cubos hasta avistar las escaleras de acceso al Postigo de San Juan.
Un poco más adelante ya avistamos el Acueducto al llegar a la Plaza de Artillería; a nuestra derecha la calle de San Juan da entrada a la ciudad, en su parte más alta solía estar la Puerta del mismo nombre que desapareció hace años. Estaba muy bien defendida por las dos casas que la flanqueaban, como se ve claramente.
Aquí termina el recorrido, pues al otro lado del Acueducto está la plaza del Azoguejo que fue el punto de partida.
Aquí os dejamos las fotos de una parte de lo que encontrareis en este hermoso paseo.