La Dama de las Catedrales se ha ganado este sobrenombre con el paso de los años y no sólo por su belleza y medidas, consecuencia del buen hacer de los maestros artífices de su construcción que supieron mezclar estilos sin importar las modas del momento. Empezando por quien elaboró los primeros planos del edificio, Juan Gil de Hontañón. García de Cubillas, Rodrigo Gil de Hontañón hijo del primero, que siguió los trabajos desde el comienzo y que está enterrado en la Catedral, Juan de Mugaguren o Pedro de Brizuela fueron artífices en la creación de esta magnífica obra.
Pero fueron las circunstancias que llevaron a su construcción y la manera de llevar ésta a cabo las que acabaron de darle esa fama de gran señora. Y es que no fue nada fácil, tras la Guerra de las Comunidades, que llevó a la anterior Catedral románica situada enfrente del Alcázar, a un estado de semiruina, que Segovia volviera a tener un gran templo. El rey Carlos V, disgustado con la ciudad que se le había enfrentado, no permitió la reconstrucción y sólo dio su permiso cuando se buscó otra ubicación más alejada del Alcázar, pero eso fue todo, porque como castigo, no ayudó mucho más. Fueron los segovianos quienes sufragaron los gastos de esta gran obra. Unos, los más pudientes, con sus dineros y donaciones, (suerte que Segovia era una de las ciudades de las tres ciudades más prósperas del reino), otros por obligación como el Concejo de la ciudad; y el pueblo llano, con lo que podían y con su propio esfuerzo trabajando como voluntarios, a esto lo llamaban “ir a echar piedra” y lo hacían los días festivos y o cuando tenían tiempo libre. Esto hizo que las gentes de Segovia hayan estado siempre orgullosas de “su” Catedral y, si a eso añadimos lo bonita que quedó, se explica porqué hoy lo siguen estando.
Siendo época de renacimiento se construyó una buena parte de ella en estilo gótico, permaneciendo como una de las últimas de estilo, aunque también pudo ser simplemente que en Segovia gustaba más así, pues los edificios renacentistas de la ciudad son muy peculiares. Se puede decir que no se dejaban llevar tanto por las modas y sí por las decoraciones que les gustaban y se ajustaban más al presupuesto, aunque mezclasen los estilos, vaya.

Fachada del Perdón y Torre
Se empezó la obra de forma singular, si lo habitual que era realizar primero la cabecera, aquí se empezó por los pies de una imaginaria cruz latina, es decir la Puerta del Perdón, junto a su enorme torre. Y se hizo aprovechando la cantera de la antigua Santa María que trajeron los voluntarios desde el Alcázar.
Hubo de crearse un nuevo espacio y para ello se demolieron casas, se tomaron los terrenos del viejo convento de santa Clara que tuvo que cambiar su ubicación y se eligió el lugar más alto de la roca donde se asienta la ciudad, a esto hay que añadir la altura de la torre, que llegó a tener 108 metros, aunque tras la caída de un rayo se decidió rebajarla sustituyendo el chapitel barroco de caoba por la cúpula de estilo herreriano, quedando en 88m. Ahora es posible subir hasta el campanario en una visita guiada.
Su cabecera se concibió como un bosque de pináculos y arbotantes que va ganado en altura hasta alcanzar los 30 m. de la nave central que se convierten en 67 de altura en el transepto (el centro de la cruz imaginaria). El palo largo de la cruz latina va desde la cabecera a la torre y mide 105 m. mientras que en los brazos tiene 55 m. desde la puerta de entrada actual por la Plaza Mayor, la de San Frutos, hasta la de San Geroteo, justo en el lado opuesto.
La belleza de esta dama, que no se dio por casi finalizada hasta 1615 (su construcción empezó en 1525), no se queda en su hermoso maquillaje exterior. De puertas para dentro lo primero que llama la atención es la concepción del espacio, por su amplitud, altura y la luminosidad, que aportan sus vidrieras de excelente calidad, especialmente las de la primera fase del taller de los “Pierres de Holanda”.
Y luego los tesoros que guarda: el coro, que pertenece a la antigua Catedral de Santa María, mandada hacer por Juan Arias Dávila, con asientos reservados a los reyes.

Retablo del trascoro