La muralla es uno de los monumentos más importantes ya que es tan antigua como la ciudad que guarda y sin embargo continúa siendo una gran desconocida.
Sólo tres capitales de provincia conservan completas las murallas que guardan sus centros históricos: Ávila, Lugo y Segovia, siendo ésta última la más extensa, con casi 3 km. de longitud. Procede del siglo XI, época de la Repoblación y reconstrucción de la ciudad por parte de Raimundo de Borgoña, si bien hubo de ser ampliada y reformada en los siglos posteriores. Aún se pueden apreciar en las inmediaciones de la Puerta de San Andrés los restos de una muralla romana anterior cuya base aún sustenta esa parte de la actual.
Tiene forma de pata de jamón y encierra la ciudad de manera que ésta parece un enorme barco, realzando su belleza, quedando el Acueducto en un extremo como si fuera la popa, el Alcázar en el extremo que correspondería a la proa y la Catedral en el centro, que es a su vez la parte más alta de la ciudad, a modo de palo mayor.
Llegó a tener más de 80 torres de defensa y un buen número de portillos o postigos que auxiliaban a sus 5 puertas principales, de las sólo quedan 3.
Su adarve no se puede recorrer en su totalidad debido a su peculiar fisonomía, ya que fueron numerosas las casas que se construyeron apoyándose en ella, práctica muy común cuando dejó de tener un uso estrictamente defensivo, porque suponía un mantenimiento gratuito, en vez del expolio que se produjo en otros lugares, al ser usadas sus murallas como cantera de otras construcciones.