Forma parte del perfil segoviano y, junto con el Alcázar, es una de las fortalezas más antiguas de Segovia. Construida probablemente a finales del siglo XII, en estilo románico – mudéjar, debe su nombre a la representación de una figura empotrada en uno de sus muros sobre un verraco celtibérico.
Patio de entrada
Tiene un marcado aspecto defensivo. Sus sólidos muros de mampostería reforzada con sillares de granito en las esquinas sólo se abre al exterior en pequeñas saeteras hechas con dos tejas unidas que son casi imperceptibles. En la tercera planta se abren cuatro ventanas con ajimeces, una por cada lado y se rematan sus 27 metros unas grandes ménsulas de granito que nunca sostuvieron las almenas, al ser sustituidas por un caballero, (una especie de ático para vigilar) con cerramientos de celosía. Destaca en su interior la decoración con pinturas mudéjares, de las más antiguas de la ciudad.
Nocturna de la torre
Vista aérea
Entre las familias a las que perteneció se encuentran los De la Hoz y los Arias Dávila. Reformada a finales del siglo XV, cuando la compró Juan Peralta, y poco después en 1513 fue adquirida por la Monjas Dominicas cuyo convento tiene origen en el de dominicos de la Sta. Cruz. A ellas continúa perteneciendo, circunstancia hace imposible su visita al formar parte de un convento de clausura.