Las rejas segovianas

Son parte del paisaje de nuestras ciudades y pueblos, muy comunes en balcones, puertas, ventanas, etc. Tanto, que nos pasan casi desapercibidas y, es una pena, porque con una mirada más profunda nos damos cuenta enseguida de su asombrosa variedad y belleza. Las encontramos mezcladas con elementos más actuales y con formas de todo tipo, pues la rejería se aplicaba no sólo a rejas de puertas: ventanas, balcones, pozos, cofres, cerraduras, candelabros, púlpitos y cerramientos son algunos ejemplos de sus muchas utilidades. Aquí vamos a intentar distinguir sus particularidades en dos ámbitos: religioso y civil; para ello seguiremos su evolución a través de la historia.

Pozo del Alcázar

Pozo del Alcázar

Ventana del barrio románico

Si empezamos por el principio nos remontamos a los romanos, aunque son muy pocos los ejemplos que nos han llegado de esta época y se encuentran normalmente en museos, a excepción del Acueducto, si lo consideramos una enorme reja de piedra. Los visigodos y musulmanes no han dejado apenas vestigios, lo justo para saber que no aportaron novedades técnicas.

Reja de piedra

Reja de piedra

Reja románica

Reja románica de S. Nicolás

La reja románica se distingue por su sencillez: unas barras verticales de hierro unidas mediante abrazaderas a grandes ces, así de simple; el resultado es casi ingenuo, encantador. Según el artista, la elaboración podía variar, pero estos elementos, especialmente las abrazaderas, son su característica más singular. Los altares de las iglesias se separaban de las naves con barandillas y antepechos que se fueron extendiendo a las capillas y coros, más tarde irían creciendo en altura, mientras que en el medio civil se usaban para cubrir vanos y reforzar y adornar puertas.

Puerta en el Alcázar

Reja románica. Sala de armas del Alcázar

Reja gótica

Reja gótica

En el Gótico el cambio es evidente, lo fundamental es la forja; aumenta la transparencia y la elegancia gracias a la mayor verticalidad; se presta mayor atención al coronamiento (la parte de arriba) y a la cerradura. Los barrotes son redondos y cuadrados y se les da forma retorcida o de espiral, las abrazaderas se sustituyen por remaches y se aplican pequeñas chapas repujadas con formas sencillas. El resultado es un trabajo más elaborado y fino aunque todavía austero. En las capillas todo el conjunto se apoya sobre zócalos de piedra. Aparecen nuevas formas que aún hoy son fáciles de ver sobre todo en balcones, como rombos, corazones o el trébol.

Púlpito de la Fuencisla

Púlpito de la Fuencisla

Rejas con corazones

Corazones góticos

Llegamos al Renacimiento, que en Segovia convive durante mucho tiempo con el gótico, por lo que distinguimos dos épocas. La primera es un periodo de transición suave, que mantiene la estructura gótica con una decoración más caprichosa: escudos, cenefas, coronamientos o cresterías; mientras que las cerraduras pierden importancia. La decoración religiosa cobra especial relevancia gracias a la decoración interior de las capillas y coros, siendo el caso más llamativo y el que mejores ejemplares nos ha dejado el de la Catedral de Segovia, donde se aprecia perfectamente la evolución de la rejería. En los edificios civiles destacan de este periodo la casa del Marqués del Arco y la infinidad de balcones con una nueva forma: el lazo segoviano. No sólo en Segovia capital, también en los pueblos de su provincia se aprecian magníficas obras de este periodo como en Sepúlveda o Pedraza de la Sierra, con su estupenda puerta del castillo, por citar alguno de los miles de ejemplos.

Trascoro

Trascoro de la Catedral

Palacio Marqués del Arco

En la segunda era del Renacimiento aparecen nuevas técnicas, como el torno, la fundición, el cincelado o el repujado del metal, permitiendo una decoración más detallada y sutil que posibilitó la aparición de la figura humana y figuras fantásticas. También aparece la policromía del hierro que se doraba y plateaba al fuego, aunque ya no es el único metal utilizado, el cobre, el bronce y el latón a veces lo sustituyen. Otra novedad fue el balaustre, que es un engrosamiento de las barras primero liso y más tarde decorado, con formas de inspiración vegetal. Las cresterías se desarrollan mucho al cambiar la iconografía, con formas humanas y antropomorfas.

Puerta del castillo de Pedraza

Vía Sacra de la Catedral

En el periodo Herreriano vuelve la austeridad y lo clásico aunque se mantiene el dorado.
La época del Barroco continúa con el estilo tradicional del balaustre hasta hacerse el barrote cilíndrico con anillos; en las cresterías de las capillas: ramos de azucenas que aumentan en altura al acercarse al punto central, ahí bajo una corona se aprecian los motivos heráldicos del mecenas de las capillas de la Catedral. Se utiliza el torno para forjar y no el martillo. Los dorados sobre negro son los colores utilizados pero se introduce la purpurina, más barata, y la pintura de colores. Algunos de los mejores ejemplos los encontramos en el Palacio Real y los jardines de la Granja de San Ildefonso.

Rejas de los Jardines de la Granja

Verja de los Jardines de la Granja

La Revolución industrial trae la casi extinción de la rejería a causa de la aparición de la fundición, es la cerrajería la que cobra más protagonismo dejando sus artífices grabados sus nombres y fechas en estas pequeñas piezas.
Y así llegamos al modernismo, que llegó a Segovia en una decadencia extrema, quizá por eso son tan pocos los ejemplos de arquitectura en hierro. Sin embargo algunas muestras podemos apreciar en balcones, como los de la calle Muerte y Vida o en algún edificio de la calle Real; en el templete de música de la Plaza Mayor o en la vieja Estación de trenes aún en funcionamiento.

Es imposible enseñaros la enorme cantidad de rejas que hay en Segovia y su provincia, eso sólo se puede apreciar paseando por sus calles, pero para ir “abriendo boca” os dejamos aquí un pequeño álbum de fotos.

Edificio modernista de la calle Real

Muerte y vida

Casas de la Calle Muerte y Vida