Este Santuario se construyó sobre una ermita que también se apoyaba en estas peñas grajeras, vecina del monasterio de Rocamador, fundado por San Juan de la Cruz, actualmente de los Carmelitas. El nombre Fuencisla es típicamente segoviano, derivado del latín “fons stllians“, significa: fuente que mana. Se llamó así a la imagen de la Virgen que fue descubierta en tiempos de Alfonso VIII en las inmediaciones de la iglesia de San Gil que se hallaba al mismo pie del Alcázar, donde hoy se sitúan unos bellos jardines, y fue colocada sobre la puerta de la antigua Catedral de Santa María, justo enfrente de la fortaleza.
Acceso al Santuario
Santuario y entorno
Años más tarde parece ser que sucedió el milagro de María del Salto, que produjo el nombramiento de esta Virgen como patrona de la ciudad; incluso Alfonso X le dedicó una de sus cántigas, la 107. Fue entonces cuando se construyó la pequeña ermita. Pero las gentes de Segovia, convencidas de que su patrona merecía casa propia (sobre todo después de la ruina de la antigua Catedral) no pararon hasta ver construido este santuario situado en el valle del Eresma, en un extraordinario y bucólico enclave con el Alcázar, siempre a su vera. Fue en 1598 cuando se iniciaron las obras por parte de Pedro de Brizuela con los dineros que los segovianos habían aportado voluntariamente para hacer realidad el templo actual, que pertenece a la parroquia de San Marcos.
En su interior destacan el trono de plata de la Virgen y su camarín de reducidas dimensiones ejecutado a pico sobre la misma roca. La rejería de la capilla Mayor fue donada por el gremio de pañeros de la ciudad, es obra de Gregorio de Aguirre, de gran calidad, de la que destaca su original estructura. Pero el mayor tesoro es el óleo de José Ribera “el Españoleto” que tras años de abandono por su difícil acceso ha sido recuperado y trasladado a una capilla donde se puede admirar su “Asunción de la Virgen”, previo pago de su iluminación, claro.
Asunción de la Virgen
Vista lateral
La Virgen es muy venerada en Segovia, en 1938 recibió la Medalla de Oro de la Ciudad por su protección durante la Guerra Civil, por ello recibe honores de Capitán General cuando sale en procesión, lo que ocurre desde 1598 por diferentes motivos: pestes, guerras, sequías, agradecimiento y principalmente para la celebración de su novena en la Catedral a finales de septiembre.