Tras la Reconquista la población musulmana de Segovia los musulmanes habitaban en los alrededores de la plaza de la Merced, muy próxima a la Canongía, queda constancia en los nombres de algunas calles como la de Almuzara. Se da la circunstancia de que en esta plaza donde ahora hay un hermoso parque, se hallaba el convento de los mercedarios, la iglesia de San Andrés (que hoy permanece), una sinagoga (en el edificio que hoy pertenece a la Junta de CyL) y una madrasa (aproximadamente en frente del hoy convento de las Descalzas, antiguo corral del moro. Con lo que las tres culturas convivían en un espacio bastante pequeño sin problemas, hecho que se repetía por toda la ciudad.
Bajada del Carmen. Antigua morería
Bajada del Carmen
Más tarde esta población se fue retirando hacia las inmediaciones de la puerta de San Martín, como se puede ver por la puerta claramente mudéjar descubierta en una reconstrucción del palacio del Conde Alpuente, en la plaza Platero Oquendo. Finalmente se esta comunidad se redujo a la calle del Carmen, al lado del convento el Carmen Calzado (hoy desaparecido y cuyo solar ocupan las oficinas de un Banco) muy cerca del Acueducto, en el Barrio de San Millán. No era un barrio cercado, sólo una calle muy larga de casas con entramado de madera y ladrillo, como la que se puede ver en el nº 11 de esta calle y las traseras de las casas de la calle Juan Segovia, en la esquina con Doctor Pichardo.
Cubo de la Muralla
Cacera Real
Son muchas las huellas que dejó esta población a pesar de su expulsión en 1502, pues muchos pasaron de mudéjares a moriscos tras su conversión y continuaron en Castilla hasta su expulsión definitiva en 1610. Eran al parecer, una comunidad tranquila de la salieron escritores y pensadores muy reconocidos en la cultura árabe aunque la mayoría se dedicó a la construcción y a la agricultura, organizando el regadío de las huertas de San Lorenzo, cuya cacera aún está en uso, también en los molinos del Eresma de los que aún se conservan muchos restos.
Dejaron su impronta por toda la ciudad con sus construcciones de ladrillo y el esgrafiado de las fachadas, la muralla con sus cubos de arcos ciegos en las cercanías de la puerta de San Andrés y el arco de herradura en puerta de Santiago, las torres de las iglesias de San Martín y San Andrés, las bóvedas de la Veracruz y San Millán, la Cacera de Enrique IV o El Palacio Real de San Martín (Museo Esteban Vicente)
o las calles laberínticas de la ciudad alta. Pero las grandes joyas de su arte se conservan en el convento de San Antonio el Real, y la Torre de Hércules. El Alcázar es también una buena muestra, sin embargo los artesonados son en su mayoría reproducciones de los que se perdieron tras su incendio.