Hablamos ahora del barrio más grande dentro de la muralla, ocupa el lado noreste de la ciudadela y se caracteriza, por un lado, por ser una zona con grandes espacios sin edificar entre las puertas de Santiago y San Cebrián y, por otra parte, por su alta concentración de palacios e iglesias románicas o deberíamos decir parroquias pues es así como se organizaban en la Edad Media. Nos sigue llamando la atención que sean tantos los templos que perviven en tan poco espacio, más aún cuando son muchos los que desaparecieron durante el siglo XIX; resulta difícil de entender. Las explicaciones pueden ser varias, como el hecho de que Segovia fuera residencia Real durante siglos y, por tanto, la Corte y los nobles se instalasen aquí, además entonces se exigía que cada uno fuera a misa a su parroquia, y no a otra. Pero la teoría que cobra más fuerza es la bondad económica de la que disfrutaba la ciudad, pues la mayoría de las casas – palacio pertenecen a la época dorada segoviana, los siglos XV y XVI.
Vamos a empezar nuestro paseo en el Acueducto y desde allí subiremos por la calle de San Juan, sí por donde suben los coches. Al llegar a lo alto podemos hacer nuestra primera parada, mientras descansamos la subida y apreciar la hornacina con una virgen en su interior, marca el lugar donde se hallaba la Puerta de San Juan. Si nos fijamos bien a nuestra izquierda, nos llama la atención la impresionante casa-fuerte que forma parte de la muralla y que se encargaba de su defensa junto a la otra que hay en el lado opuesto, conocida como de los Cáceres o como la Casa Segovia, gracias a los apellidos de sus antiguos dueños. Su portada románica es muy peculiar pues da la sensación de ser más propia de una iglesia que de una casa, pero sus dueños así lo quisieron y ahora forma parte del interesante y abundante románico civil de la ciudad. Volviendo al primer palacio, el llamado de las Cadenas, hay que decir que es la tercera fortaleza de Segovia tras el Alcázar y la Torre de Hércules. No sólo defendía el arco de San Juan, también se encargaba de custodiar la producción de la casa vieja de moneda (que estaba allí al lado) antes de ser llevada a la sala del tesoro del Alcázar; de ahí que sus defensas se extiendan a todo su perímetro. Por otro lado aquí vivía sólo quien el rey indicaba, por ejemplo Enrique IV se la cedió a su tesorero e Isabel la Católica a su amiga Beatriz de Bobadilla y su esposo Andrés de Cabrera, alcaide mayor de los Alcázares Reales. El escudo de la portada lleva sus armas.
En el jardincillo que tenemos a nuestra vera solía estar la iglesia de San Pablo, que se destruyó en el siglo XIX. Estaba rodeada de los palacios que vemos: el de los Uceda Peralta, que alberga la Diputación Provincial (por tanto se puede entrar a ver el patio cuando está abierto, la entrada está nada más pasar el semáforo), el del conde Cheste que da nombre a esta plaza y es un colegio de monjas (aunque no se puede entrar sí se aprecian bonitos detalles en el exterior como alguna ventana geminada y su portada principal con el escudo) y, finalmente, el de los Quintanar, que alberga el Centro Cultural Multidisciplinar de la Junta de Castilla y León. Este no sólo se puede, si no que se debe visitar, porque, para empezar, es gratis. Es una agradable sorpresa que mezcla lo antiguo y lo moderno, conserva el patio y parte del jardín exterior desde donde las vistas de la casa de las Cadenas, son una pasada, y las exposiciones que suele albergar son chulísimas.
Vamos a seguir, que apenas hemos empezado, por la calle entre la casa de las Cadenas y el palacio de Quintanar, con la iglesia de San Sebastián al fondo; es una de las más auténticas de Segovia y ¡mira que hay unas cuantas!. Seguimos hasta la plaza de Avendaño y nos topamos con el Acueducto, antes de que se esconda. En este lugar, que ahora ocupan viviendas más modernas, estaba la casa vieja de moneda que Enrique IV mandó construir; vemos una vez más una portada románica aunque ésta es más sencilla que la anterior. Continuamos pasando por debajo de los arcos del Acueducto siguiendo el muro de la derecha hasta la plaza del Seminario.
Desde allí seguimos recto, y al llegar a la plaza Reina Doña Juana, veremos a nuestra izquierda con una portada de granito, es la parte de atrás del antiguo palacio de Enrique IV que abarcaba toda la manzana. Llegamos así a la plaza de los Huertos y la vista ya se nos ha ido a la torre del palacio Arias Dávila con su espectacular esgrafiado; alberga las oficinas de la agencia tributaria, pero aunque es un lugar público aquí no te dejan entrar si no vas a hacer alguna gestión; si llevas una cámara ni lo intentes. Rodeamos el jardín de los Huertos o, como viene en los mapas, la plaza del doctor Laguna y cruzamos la calle para coger la que nos lleva a la plaza Guevara, con más casas: la de Ramírez Avellano que suele estar cerrada y, a la izquierda, el palacio de Mansilla, sede universitaria hace años y hoy cerrada a cal y canto. Un poco más adelante encontramos la iglesia de la Trinidad que merece una visita o al menos una parada para admirarla. Está enfrentada con la iglesia de las dominicas, por encima de la que asoma la Torre de Hércules. También en esta plaza tenemos el palacio de los Campo, benefactores de esta iglesia.
Vamos a continuar rodeando el convento de las dominicas hasta coger la calle Valdeláguila, dejando a nuestra derecha la casa del Secretario, convertida en viviendas, y a nuestra izquierda el antiguo convento de Mínimos, convertido en un establecimiento de restauración que aún conserva parte de su primitiva estructura. Esta es una calle muy estrecha y oscura incluso con la iluminación actual por lo que permite imaginar cómo sería caminar por aquí en la Edad Media sin apenas luz por la noche. Así llegamos a la plaza de San Esteban, pero antes de hacer lo que nos pide el cuerpo, es decir, pararnos a verla y tomar fotos, os recomendamos visitar el patio del palacio de los Rueda, uno de los mejor conservados de Segovia.
Por si no tienes la suerte de llegar a tiempo de verlo abierto te dejamos aquí lo que te pierdes. Ahora sí, nos vamos a San Esteban para que se nos quede la boca bien abierta al admirar su bellísima torre y su atrio, es más que recomendable rodear esta iglesia pues su parte de atrás, es curiosa, rodeada de casas, algunas con portada románica y escudos nobiliarios. Al otro lado del aparcamiento llama la atención el Palacio Episcopal, gigantesco es la palabra, alberga un restaurante y tres museos en uno. También se visitan el patio y el enorme y fantástico jardín trasero.
Seguimos el trayecto por la estrecha calle de María Zambrano siguiendo los muros del Palacio Episcopal hasta desembocar en otro lugar impresionante, con la pequeña iglesia de San Quirce y el Archivo Municipal, otro palacio habilitado para uso público. De frente vamos teniendo a la vista de nuevo la Torre de Hércules que, junto al palacio de don Alimán, forma el convento de las dominicas.