Hablamos de este barrio del arrabal segoviano, uno de los más antiguos y seguramente el más castizo; situado en un alto y un poco alejado, mira a la ciudad de tú a tú, pues se sabe orgulloso de su historia y de sus gentes, guardianes del Alcázar y de la Veracruz.
Tuvo fueros propios gracias a la gesta de la conquista del Alcázar a los moriscos, que dio lugar también a las famosas celebraciones de Santa Águeda. Entre sus dominios se encontraban la iglesia de la Veracruz (cuya reliquia se guarda ahora en el templo parroquial) y la ermita de San Juan de la Requijada (actualmente bastante apartada, situada en la carretera de Arévalo y convertida en restaurante) de la que sólo se conserva el exterior, tratándose del único edificio religioso de Segovia construido en románico de ladrillo. Se le conoce en la ciudad por el nombre de San Pedro Abanto y es muy popular entre los segovianos.

Antigua ermita de S. Juan de Requijada

Cartel de las fiestas de Sta. Águeda
Pero Zamarramala nos interesa también porque es un mirador perfecto que ofrece algunas de las mejores panorámicas de toda Segovia. Con razón los árabes la llamaron “el mirador de Alá” zamarran-ala, aunque algunas de sus leyendas dan origen más humilde a este nombre, agradeciéndoselo a un pastor un poco sordo y a un noble de cortas entendederas, es decir a un diálogo de besugos. Al parecer el noble preguntó al pastor el nombre de la localidad y el otro respondió que arreglaba una zamarra mala, al creer que le preguntaba qué hacía. Del malentendido, parece ser, quedó el nombre que tan difícil resulta pronunciar.

Segovia desde Zamarramala

Veracruz y Alcázar