Monasterio de San Antonio el Real

Llegar a este monasterio no es tan complicado como parece, por estar situado fuera del centro de la ciudad, recordemos que Segovia es una ciudad pequeña en distancias. Se encuentra a escasos 15 min. del Azoguejo y para encontrarlo sólo es necesario seguir los arcos del Acueducto, que se van haciendo más bajos hasta desaparecer a la altura del segundo desarenador. Cuando el canal se termina, nos encontramos enfrente de un parque y desde allí vislumbramos el cartel que anuncia el hotel “San Antonio el Real”, que forma parte del convento. Cruzamos el semáforo y nos encontramos con la entrada, si seguimos al final de la calle con este mismo nombre, llegaremos a una pequeña y tranquila plaza. Más tarde podremos visitar acceder a la cafetería del hotel para visitar el otro claustro abierto al público.

Puerta del claustro

Puerta del claustro

Panda del claustro

El origen de este monasterio llamado en un principio la “Casa del Príncipe” fue un pabellón de caza que solía frecuentar Enrique IV, quien más tarde manda construir el cenobio. Le da el nombre de San Antonio, y lo decora en su estilo favorito, pues era un gran amante del mudéjar, seguramente con la intención de hacer de este lugar su última morada pues se toma más interés en su decoración que en la del Parral, aunque al final decidió ser enterrado en Guadalupe, junto a su madre. También su hermana Isabel al hacerse cargo del reino tuvo seria intención de ser enterrada en este monasterio de forma provisional, y para ello primero mandó a los monjes franciscanos al Convento de San Francisco (actual Academia de Artillería), después llevó allí a las monjas Clarisas, cuyo pobre convento estaba en lo que hoy es el ábside de la Catedral, y le dio el título de Monasterio “Real”, favoreciéndolo y potenciando su transformación al mismo nivel que lo había hecho su hermano, pero respetando a la vez la memoria de éste cuyos símbolos personales aún se pueden ver, cosa que no hizo en otros lugares.
En la fachada podemos ver las figuras postradas de los dos hermanos lo que nos habla del gran significado que tuvo para ambos.

S. Antonio

Portada principal

Fachada S. A

Enrique IV e Isabel la Católica

¿Y por qué venir hasta aquí, con todo lo que tiene Segovia para ver? Pues porque si no lo haces habrás perdido la oportunidad de disfrutar de una de las mejores joyas del arte mudéjar de toda la península. Es el gran desconocido de la ciudad a pesar de estar perfectamente conservado y de no haber sufrido ningún tipo de transformación a lo largo de sus cinco siglos de existencia.
Al entrar en la iglesia, el altar decorado en estilo barroco con sus damascos y retablos dorados no nos hace presagiar lo que encontraremos al entrar por su sacristía, (a la derecha antes de llegar al altar, hay que llamar al timbre para que nos atiendan) aunque alguna pista nos da el magnífico y raro retablo del taller de Bruselas que con más de 100 figuras; es una pieza única que representa la pasión de Cristo como si estuviera en un escenario.

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Altar mayor de la iglesia.

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Retablo

Una vez en la sacristía ya casi no podremos bajar la mirada del techo decorado con motivos vegetales policromados de vivos colores. Pero es al entrar al claustro cuando nos damos cuenta de lo que estamos viendo: algo sencillamente excepcional, mires donde mires: el suelo es original (¡ojo no tropieces!) o los impresionantes techos cubiertos por artesonados, los retablos de “tierra de pipa”, que se llama así porque esta pasta cerámica se usaba también para fabricar pipas de fumador.

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Techumbre de la capilla

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Retablo portátil de tierra de pipa.

Se visitan también el refectorio, el jardín, la sacristía interior y la riquísima sala capitular, en la que podríamos pasar horas descubriendo todos sus detalles. En este enlace podéis ver más fotos.

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Refectorio

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Claustro

Es recomendable consultar antes de la visita los horarios y precios. Aquí encontraréis toda la información.