La fiesta de Santa Águeda es también conocida como “la fiesta de las mujeres casadas”. Ahora se celebra en todas partes, sin embargo en Segovia, cobra un protagonismo especial por su origen, que no se limita a celebrar a la santa. Las homenajeadas son las “zamarriegas” que ganaron su derecho a “mandar” hace siglos, en tiempos de la Reconquista. El Alcázar se hallaba ocupado por los musulmanes y ellas vestidas con sus mejores galas, fueron hasta sus puertas y entretuvieron a la guardia morisca con sus bailes hasta que los sarracenos se unieron a la “fiesta”. Mientras, los hombres se introdujeron en la fortaleza y la tomaron. Como recuerdo de aquella gesta se conservan las alabardas en la iglesia y se utilizan en las celebraciones. Desde entonces se celebra esta fiesta en Zamarramala el día de Santa Águeda, cuando los hombres pasan a un segundo plano y las autoridades ceden el bastón de mando a las mujeres. También los hombres se ganaron la confianza de los reyes, que les concedieron la guardia y custodia del Alcázar cuando se hallaban ausentes del castillo (recordemos que la Corte era itinerante), además también les concedieron fueros y privilegios, como la exención de pagar ciertos impuestos llamados quintas y la de prestar alojamiento a la Corte cuando se hallaba en la ciudad.
La montera, símbolo de mando
El Pelele
La fiesta ha ido evolucionando con el pasar de los años pero conserva su tradición más arraigada en los trajes utilizados junto a toda la historia que rodea estas singulares vestimentas, pues cada pieza tiene su propio simbolismo y, también los diferentes actos rituales que se celebran, como son: el cambio de montera, el peaje, la quema del pelele, la “tajá” (pincho de chorizo cocido en vino y acompañado con vino tinto), la jura de bandera y el baile de las alcaldesas, que han ido adaptándose a los nuevos tiempos; así son muchos los personajes o entidades que han sido nombrados “matahombres” por ayudar a las mujeres, a los que se les regala un alfiler lardo de oro clavado en un tronco o el “Ome bueno e leal”, título que se concede a personas o entidades que hayan tomado un interés especial por Zamarramala.
La” tajá” chorizo, pan y vino
Entregando el “matahombres”
Esta fiesta ha conseguido aunar lo privado, pues es por y para las mujeres casadas, que a nivel interno llevan a cabo sus reuniones, celebraciones, nombramientos, etc., con lo público, dando protagonismo a todos aquellos que se acerquen a Zamarramala esos días para disfrutar de lo vistoso de la fiesta. Se celebra el primer fin de semana después del 5 de febrero.