En Segovia llamamos atrios a las galerías porticadas que rodean las iglesias románicas. No se ven únicamente en nuestra provincia pero sí podemos decir que nuestra ciudad tiene la mayor concentración de iglesias románicas con atrio.

En algunos casos, como el de San Martín, sólo se libra la cabecera, en otros, como en San Millán, hay uno en el lado norte y otro en el sur; en El Salvador fueron cegados y desgraciadamente alguno se ha perdido. Sin embargo lo normal era tener uno sólo al sur, que era la orientación más benévola en invierno. Eran utilizados como lugar de refugio, enterramiento, juego (se han descubierto varios pódiums con “tableros” grabados) y, por supuesto, gracias a sus magníficos capiteles esculpidos, como “catecismo” para el vulgo.

Sin embargo, en palabras de Carlos R. Lafora fueron auténticas “fórmulas arquitectónicas para albergar el derecho a la libertad”. Esto se explica poniéndonos en situación: Castilla, siglos XII y XIII, mientras toda Europa está sometida a un régimen feudal, los territorios conquistados entre el Río Duero y el Sistema Central son llamados la ”Extremadura cristiana”. Hacen frontera con el Islam y deben ser repoblados, pero una posición tan estratégica y peligrosa no era tan atractiva para afincarse en ella. La solución para los monarcas de la época fue promover esta Repoblación otorgando fueros que daban a estas gentes una situación de pseudodemocracia sin comparación en el continente europeo. Eran libres y debatían sus asuntos al abrigo de estos atrios, ya fueran actos sociales, políticos o judiciales.

Por eso son algo tan típico de estas tierras, especialmente de Soria y Segovia, donde nacieron, (más concretamente en San Esteban de Gormaz y Sepúlveda), aunque también se pueden ver al norte de Guadalajara, algunos en Ávila y más tarde, cuando se hicieron populares, se extendieron a Burgos, La Rioja e incluso Navarra.