Acercarse a visitar este parque natural siempre merece la pena, ya seas amante de la naturaleza o del arte. La manera más fácil de hacerlo es ir en coche hasta el aparcamiento y hacer el último tramo hasta la ermita de San Frutos a pie.
Al final de la cuchara
Desde el río
Sin embargo, lo que nosotros te proponemos es una experiencia diferente, de esas que guardas en la memoria durante años. Se trata de visitar el parque desde el río: una visita guiada en piragua. Son varias las empresas que las ofrecen y también hay diferentes rutas que varían en tiempo y recorrido. La que te presentamos es la más clásica, entre el Monasterio de la Hoz y la ermita de San Frutos.
Vista acuática
Ermita de san Frutos
La Salida se hace desde Sebúlcor; en nuestro caso con la empresa Hoces del Duratón S.L. que nos dieron a conocer su trabajo y toda clase de facilidades para llevar a cabo este artículo.
Tras un breve cursillo sobre el manejo de la piragua se baja hasta el río, con el chaleco puesto, nuestro remo y lo más básico metido en un recipiente impermeable. Tras una breve y divertida práctica para aplicar la teoría, comenzamos el trayecto. El guía va contando cosas sobre la historia del cañón, las costumbres de los buitres, leyendas y todo lo que se te ocurra preguntar, siempre en un tono de voz normal; no hace falta dar voces porque la acústica es magnífica.
Grieta en una “pared”
Ente las paredes del cañón
El simple hecho de estar parados en el río entre esos cañones impresionantes ya justifica el esfuerzo. Cambia todo: el sonido, la luz, la perspectiva… incluso la forma de moverte, con suavidad, para evitar vuelcos, y sin prisas, disfrutando.
El rey del parque
Aprendiendo a volar
Te vuelves receptivo a todo, la flora a ras de agua es fantástica e inapreciable desde lo alto, igual que los peces que saltan, literalmente, en el agua. Enseguida empiezas a ver buitres que son las estrellas indudables de este parque. Volando en lo alto o muy cerca, en sus nidos en la roca o (como nosotros tuvimos la suerte de verlos) posados junto al río, tras caer mientras aprenden a volar. Esto suele ocurrir en verano, que es un tiempo ideal para hacer este tour, porque suele incluir un bañito en el río para refrescarnos y comer algo. Lo de ver el vuelo de los buitres tumbados flotando en el agua, con esas enormes paredes flanqueándote es…indescriptible.