Los Quiñones

Eran un grupo armado y formado por cuatro escuadrones de cien lanceros cada uno con sus correspondientes escuderos (ochocientos hombres en total) constituido por caballeros procedentes de cuatro parroquias segovianas: San Millán, San Esteban, San Martín y la Trinidad. Su misión era la de vigilar en los días de fiesta mientras los cristianos acudían a las ceremonias religiosas y también mantenerse alerta para combatir las razias de los musulmanes, que eran muy frecuentes al ser Segovia una ciudad fronteriza. Acudían todos a un tiempo al tañido de campana de la iglesia de San Millán que era su “sede” pues Don Fernán García de la Torre y Don Díaz Sanz pertenecían a esta parroquia. Fueron ellos los fundadores de los Nobles linajes y los Quiñones.

Representación de Fernán García y Díaz Sanz

El rey favoreció a todos estos caballeros con heredades de tierras, montes, caseríos, molinos, pastos, abrevaderos, ríos, pescas, cotos y otros terrenos; encargándoles que asistiesen al presidio (el presidio era una fortificación propia de las ciudades fronterizas donde se acuartelaban las tropas para defender las poblaciones, recordemos que Segovia se construyó tras la toma de Toledo en 1086) de esta ciudad y a su defensa con las personas que fueran necesarias. Los Nobles linajes acordaron desde su fundación el reparto equitativo de todos los bienes que adquirían, dando el nombre de Quiñón a este reparto.
Cuando un Quiñonero moría le sucedía su escudero o el pariente más cercano, si no tenía se elegía a uno de los vecinos de la ciudad. Esta práctica perduró hasta que ganadas Madrid y Toledo y retirados los árabes a Andalucía, Segovia quedó libre de presidio y los Quiñones desocupados de la guerra. No olvidaron la costumbre de hacer la Junta anual. El día de las Candelas se reunían todos al completo y hacían un alarde dando vueltas a la ciudad con sus armas y caballos para finalizar en San Millán y hacer el reparto. Con el tiempo este alarde pasó a hacerse con velas encendidas en las misas, en vez de armas.
Finalmente vendieron todas las posesiones tras un acuerdo con los procuradores de la villa en 1441 y sus celebraciones pasaron a ser en la iglesia de San Juan de los Caballeros, en cuya capilla están enterrados los capitanes fundadores.