Nos cuenta la tradición que este Cristo fue hallado en algún lugar de la frontera entre alemanes y franceses. Se produjo una disputa que se solucionó al decidir subir la escultura sobre una yegua ciega, y establecer el hogar del Cristo donde ésta se parase. Un grupo de gascones decidió acompañarlo junto a otro de alemanes. Echó a andar la yegua, que recorrió muchos lugares hasta llegar a Castilla y a la villa de Segovia. Allí el animal llegó al paraje conocido como “el Cerrillo” y tras pasar por delante de la iglesia del Salvador fue a pararse un poco más abajo, donde cayó muerta. Allí mismo se levantó el templo de San Justo y Pastor que en principio fue sólo una ermita. Ha sido la morada final de este Cristo, que pasó a llamarse “de los Gascones” por las gentes que viajaron a su lado desde aquellas lejanas tierras y finalmente quedaron a su cuidado en nuestra ciudad.