Os presentamos a un monumento de esos que a pesar del paso del tiempo y las barbaridades sufridas, ha conseguido llegar a nuestros días con la compostura suficiente para hacerse respetar, admirar y sugerirnos lo espléndido que debió ser, y con él toda la ciudad. Y es que la iglesia de San Esteban es, ante todo, una superviviente: se incendió, tuvo derrumbes, le cayó un rayo, reformas terribles que intentaron quitarle su identidad, fue incluso profanada y robaron algunas de sus obras de arte… A pesar de todo eso se mantiene; en su atrio y su magnífica torre de más de 50 metros guarda su esencia románica, que ha hecho de ella un templo único y famoso (su estampa se veía en las antiguas monedas de 25 pesetas del siglo XX).

Iglesia de San Esteban

La torre y el atrio
Procede del siglo XII, seguramente apoyada sobre otra anterior. Perdió su ábside románico a favor de la horrenda cabecera actual coronada con un chapitel. Tiene tres naves, doble atrio y dos portadas. En su interior es posible que se oculten elementos románicos tapados por los muchos retoques, sobre todo del barroco. Mantiene en una de sus capillas un maravilloso Cristo románico que perteneció a la vecina y desaparecida iglesia de Santiago y que cuenta con leyenda propia.
En el exterior, el atrio mantiene parte del suelo original con algunas tumbas y bastantes capiteles en no muy buenas condiciones, otros debieron de ser sustituidos. Es seguramente el más moderno de entre los románicos de la ciudad, como se puede apreciar por su riqueza y perfección escultórica que, no sólo se aprecia en los capiteles, sino en los canecillos y metopas de su alero.

Interior atrio

Decoración exterior
La torre merece capítulo aparte, fue declarada Monumento Nacional en 1886 y ese mismo año le cayó un rayo (no era el primero), que destrozó el chapitel barroco que le habían puesto en la reforma del siglo XVII. Los trabajos de reconstrucción se prolongaron 25 años, hubo que desmontar buena parte de los últimos cuerpos de la torre (las piedras aún conservan la numeración en la cara interna) y un ciclón en 1907 se llevó parte de los andamios de madera que aún se ven en las fotos antiguas… Fue entonces cuando se decidió poner la cubierta de pizarra coronada por la enorme bola y la veleta con el famoso gallo, contribuyendo a favorecer su esbeltez y elegancia, propia de las torres francesas que suelen acompañar a las catedrales del tipo de la de Chartres.

Torre románico-bizantina

Remate de la torre