Nos cuenta la leyenda que en los tiempos de Maricastaña (alta Edad Media) un hidalgo que partía a la guerra con los árabes cortejaba a una bella doncella y le pedía su honra como despedida prometiéndole casamiento a su vuelta. Ella aceptó cuando él hizo juramento ante el Cristo de la antigua iglesia de Santiago (que hoy se encuentra en la de San Esteban).
Cristo románico de San Esteban
Pasó el tiempo y cuando el caballero volvió de sus correrías no cumplió lo prometido. Así pues, la joven le llevó a los tribunales y se celebró juicio. Viendo el juez difícil la resolución quiso saber si la moza tenía algún testigo a lo que ella contestó que sí, pues tenía al mismísimo hijo de Dios. Fueron por tanto a preguntarle al Cristo quién tenía la razón si la doncella o el hidalgo y éste respondió a la pregunta bajando su brazo y señalando a la joven, quedando todos asombrados y celebrándose finalmente el casamiento.