La melancolía llega a Segovia, que se tiñe con los colores del otoño gracias a que es una ciudad con mucho “verde” y sólo por eso, ya merece la pena conocerla en esta época del año. Todavía no hace el frío intenso del invierno y los días templados son geniales para patear los valles que la rodean y sus jardines o aprovechar para captar los rayos del sol, ya tibio, en alguna terraza de la Plaza Mayor.
Los segovianos retoman su rutina, sabiendo que la agenda está repleta de acontecimientos a los que asistir. Tras la relajación del verano aún quedan festividades que celebrar como San Frutos y todos los puentes del calendario que llenan la ciudad hasta los topes de visitantes. Por eso perderse en las calles vacías a diario es tan placentero y romántico. Los que vienen entre semana quedándose a pasar la noche se sorprenden del enorme cambio que supone hacerlo así, es como tener todos esos lugares para ti sol@.
Sin embargo la mayoría de los visitantes llegan atraídos por los encantos de la ciudad y los numerosos eventos que forman parte de la vida cultural de la ciudad, entre ellos dos de los festivales más importantes del año: el Hay Festival y la Muces.